Por fin se desocupa el vagón del metro. Favorece bastante la estación de trasbordo. De las diecisiete estaciones que debía atravesar, prácticamente cruzando todo Santiago, llevaba tan sólo ocho recorridas. Y me parecía una eternidad, aunque claro, ese pensamiento era ayudado por el hecho de venir a sentarme recién en la estación pasada. En ese momento, una batahola de gente descendió, las personas que seguían en el metro se acomodaron, y, como si se tratase de la vida propia, se sentaron lo más rápido posible. Yo los miré, y me fijé en la poca cantidad de personas que ascenderían al vagón. Ya que habían bastantes asientos desocupados, me senté en uno de esos que miran a la otra ventana, por así decirlo, que van de costado. Saco mi reproductor de música, mientras veo un pájaro negro a la salida de la estación. Luego de eso, nos internamos en el túnel, mientras yo me internaba en mis pensamientos con la música. Decidí poner música para reflexionar, y el día lo prestaba para tal. Una lluvia en un Viernes Santo, con un frío incontenible, mientras se escuchaban los rieles del metro. "Los chicos", de Andrés Calamaro (Ver Canción de la Semana), una canción que nos habla de la muerte, básicamente, pero no de una manera tenebrosa ni que pretende asustar, sino de algo tan cotidiano como es la vida propia. ¿Dónde encontramos la línea divisora entre lo que llamamos vida, y lo que es la muerte? Para los creyentes, es el paso de una vida a otra vida mejor. Para los que no, representa simplemente el fin de su existencia, pudiendo quedar como fantasmas o qué se yo. No es mi especialidad este tema. Más bien me quisiera referir a todas las veces que hemos estado tan cerca de la muerte, y que no lo hemos notado. La fragilidad de la vida humana, no necesariamente refiriéndome a un Dios, a una autoridad religiosa máxima que representa la divinidad, sino, en que en el mundo actual, vemos tantas problemáticas (enfermedades, accidentes, delicuencia, catástrofes), que nos hace plantearnos qué es lo que nos mantiene vivos. La respuesta...
En ese instante, el metro salió del túnel, y el pájaro, que venía siguiendo al metro, apareció en su misma dirección. Entonces, el metro hizo una curva, el pájaro no se percató, y se estrelló contra el vidrio.
La respuesta no la sé.
Y creo que la respuesta, nadie la sabe :/, pero toda la razón con la siguiente frase que me encantó "la vida es tan frágil". Creo que en una vez, sola una en mi vida, estuve a un paso de la muerte tan cotidiana, pero hoy me vez acá, sobreviviente de un ataque de asma, que posiblemente, se haya llevado lo poco de frágil vida que llevaba hasta los 9 años.
ResponderEliminarSaludos! :D